miércoles, 26 de enero de 2011

LEYENDA LA LOCA DE CERRO CALVO

“Cerro-calvo, a tu planicie
ascendí alegre y confiado
y al mirarte enmarañado
no me expliqué tu calvicie”.
“Protesta, Cerro, protesta
en tono recio o airado
de que te llamen pelado
teniendo zarza en la cresta
protesta como un gigante
de las sierras de Escambray
suelta un grito, lanza un ¡ay!
ó muéstrate amenazante
y pide enérgico y rudo
que los hijos de este suelo
en vez de cerro sin pelo
te llamen Cerropeludo”.

Justiniano Pedraza

Allá en el primer cuarto del siglo XVIII, comenzaron los vecinos a observar, que todas las noches vagaba una extraña luz por las cuestas de Cerro-Calvo, esa árida eminencia del terreno que se levanta al sur de la ciudad. Pero no faltaban vecinos que aseguraban la luz era portada por una mujer que vagaba. La fantasía popular designaba la aparición con el nombre de «la loca de Cerro-Calvo» muchos se resistían a creer que fuera un ser viviente y la siguieron tomando por una ánima en pena, dando voces como llamando a alguien.
Una mañana el padre Conyedo estaba muy afanado en las obras de construcción de la casa adonde se trasladaría el Hospital de Caridad cuando se le acercó una mujer llamada Ángela que era viuda y tenía una hija de veinte años, que llevaba relaciones amorosas con un joven de pésimas costumbres llamado Bernabe. Ángela buscaba el apoyo del padre Conyedo, para terminar las relaciones de los jóvenes.
Para poder casarse necesitaban dinero y Bernabé fue a pedírselo a su padre. Una acalorada discusión siguió y cuando se le fue negado el dinero, Bernabé asesino a su padre. Cuando las autoridades se apoderaron del caso, el asesino fue condenado a la horca.
Antes de la ejecución se sintió una algarabía y se vio gente que corría, era que Bernabé, aprovechando un descuido de sus captores, repelió a los guardianes y emprendió carrera hacia las afueras de la villa. La villa toda se puso en conmoción y muchos vecinos se convirtieron en perseguidores del fugitivo. Ya pasada la medianoche y estando Ángela dormida, sintió ruidos y voces, que le perecía venían del cuarto de Luz. Al llegar a la puerta de su habitación percibió a Bernabé a caballo y vio cuando Luz era alzada por el jinete a la montura, partiendo el caballo al galope tendido y a campo traviesa. Dos horas después, la desolada mujer se encontró en las laderas de Cerro-Calvo, arrastrándose más que caminando, hasta que cayó muerta sobre unos yerbajos.
De no haber perdido la vida, se habría tropezado en el fondo de un barranco, con un informe montón de huesos rotos, comprimidos por el cuerpo de un caballo, que se retorcía en los estertores de la agonía. Eran Bernabé y Luz, muertos, víctimas de un terrible accidente al haberse caído el caballo por dicho barranco.
Fue desde varias noches después, que comenzó a verse una luz vagando por las laderas de Cerro-Calvo, dando pie a la leyenda de la aparición de una ánima en pena y entonces se acentuó el rumor de que la visión nocturna tenía la forma de una mujer que llamaba a Luz.
Hasta que algún tiempo después, dejó de verse la aparición que tanto había asustado a los vecinos, y dejaron de oírse, en el silencio de la noche, sus lastimeras llamadas a Luz; sin que llegara a saberse, qué repliegue del terreno o qué enmarañado boscaje, sirviera de tumba a la loca de Cerro-Calvo.

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