miércoles, 1 de diciembre de 2010

Memorias villaclareñas de mis 13 años (Parte 2ª)

Las tradiciones y herencias religiosas estaban muy arraigadas en la sociedad y en la estructura urbana de Santa Clara. La Catedral nos recordaba al gótico y estaba algo inspirada en Reims y Colonia, incluyendo rosetón y gárgolas. Era la más importante de la ciudad, pero no era la más bonita, ni tampoco era mi favorita. Pero mi favorita siempre era, es y será la Iglesia del Carmen que estaba en una loma y en un parque del mismo nombre. Al lado del Monumento a los Remedianos que fundaron nuestra querida villa. Era la más antigua, modesta, acogedora, entrañable, clara, luminosa, invitaba al recogimiento y a la oración. Te sentías como en tu casa. Fiel al estilo colonial con sus muros de cal blanca, parecía una iglesia de pueblo. Dentro, además de venerarse a la Virgen del Carmen se adoraba al Niño Jesús de Praga. Siempre se caracterizó por ser la más bella por dentro que por fuera. Se podía ir con tus inquietudes y salir renovado por la santidad y paz que allí irradiaba. Allí fui bautizado y eso me hace “pilongo.” Su cura párroco por excelencia era el Padre Vandor, de la orden de los Salesianos, refugiado de la Hungría en el Danubio, de aquella Hungría que valerosamente se alzo en armas en contra de las huestes vándalas de la otrora Unión Soviética.
Los otros templos relevantes eran, la iglesia de La Pastora, sin duda la más popular, que tenía hermosos ingredientes del barroco y cuyo remate en el pórtico de entrada era una cruz de hierro sobre una enorme calabaza, estaba situada en un parque de la calle Cuba y en realidad no era una calabaza. Cuenta la leyenda que los curas quisieron representar al globo terráqueo con todo y sus continentes. Parece que la pintura, o no era muy buena, o no le dieron un buen tiempo a secar y cuando cayó el primer buen aguacero, toda esta pintura se corrió y desde abajo daba la impresión de ser una calabaza. Aparte de ese detalle, era una iglesia muy bonita y acogedora. Los curas eran de la orden de los Franciscanos Capuchinos.
La iglesia del Buen Viaje en la Calle Unión frente al inmenso colegio rosa de los Maristas era la más concurrida y la que más visité de niño con mi madre ya que vivíamos al frente y al lado del colegio. Calle unión esquina a Gloria. Tenía una construcción muy sólida en piedra de tonos grises y un campanario que competía en altura con el de la Catedral. Me recuerdo con mucho cariño del Padre Manuel de la orden de los Padres Pasionistas. Por una coincidencia del destino, la primera cara que vi cuando aterrizamos en el Aeropuerto de Barajas de Madrid…cuando comenzamos nuestra vida de exiliados políticos por no estar de acuerdo con el orden (desorden?) imperante en nuestra querida Patria.
Las firmas comerciales importantes tenían sus tiendas en la calle Independencia y sus alrededores, allí estaba encabezando la lista El Encanto, con todo y su lujo, donde alguien dijo que solo respirar el aire acondicionado costaba dinero. Tenía preciosas empleadas vestidas de blanco y adornadas con pañuelos de seda, jóvenes bellas y amables. Creo que me enamoraba de una de ellas por semana.
En esa zona estaban también los imperios textiles de Fin de Siglo, El Bazar Inglés, La Filosofía, Flogar y La Moda, en ellos mi madre buscaba y rebuscaba ofertas. Mis favoritos eran el Tencén (Woolworth) y Sears que eran las grandes tiendas americanas de moda. En el Tencen estaba mi punto de placer…la fuente de Soda, con los sándwiches de ensalada de huevo y los fabulosos club sándwiches, acompañados por Coca Cola o té helado.
Me recuerdo de la esquina de la Independencia y Luis Estévez con la enorme Farmacia Campa con sus estantes hasta el techo lleno de tarros de porcelana dibujados con filigranas y dibujos relacionados con la botánica y diferentes medicinales.
El horrible (a decir verdad) edificio del Plaza del Mercado que ocupaba una manzana completa rodeado de tenderetes con fritas, ostiones, minutas de pescado, tamales, dulce de coco, cremitas de leche y pulpas de tamarindo cuyo aroma se mezclaba con el de los vegetales, viandas, las frutas maduras y el segundo piso con sus carnicerías, pollerías y pescaderías. Mis favoritas….las fritas…grasosas…pero sabrosas. Todavía recuerdo a Meleno…rondando a ver que se le “pegaba.” Cuando la batalla de Santa Clara, por estar metido en el medio, fue herido creo que en una pierna y los chicos de la Cruz Roja lo taparon con una sabana…en medio de gritos exclamo: “Estoy loco, estoy herido…no me tapen, que no estoy muerto.”
Varias rutas de guaguas cubrían la ciudad y todas pasaban por el Parque Vidal, una de las paradas clave estaba en los bajos del Gran Hotel. El tráfico era muy fluído y circulaban entre los automóviles, coches de caballos de estilo colonial que formaban parte de la tradición local, recuerdo verles esperando clientela al costado del Teatro La Caridad y en el callejón detrás de la Colonia Español a, donde había un bar gay que se llamaba “El Frio.” Me imagino que por el aire acondicionado. Entre estos cocheros estaba “Bolero” el cochero favorito de mi tía Olga Velasco.
Entre los cines estaba el Cloris que era el mayor y donde se estrenaban las películas más importantes, le seguía en importancia el Silva de la calle Independencia, al que acudía un público que disfrutaba de la cafetería anexa el cine. El Villaclara, escondido en los portales de una esquina del Parque Vidal era el paraíso del cine mexicano de la época y de las películas de guerra, era el más ruidoso y populachero y sus matinés eran muy concurridas, famoso por pegársete los zapatos a la cuantiosa cantidad de chiclet que nunca limpiaban. El de Caridad por su parte, además de ofrecer espectáculos teatrales de vez en cuando y películas, ofrecía tanda sabatina por la puertecita de al lado películas “atrevidas” y generalmente no aptas para menores, estas se comentaban durante semanas en los recreos del colegio. Por último estaba el teatro Martí a la orilla del río que era el más pobre de programación y el peor, se decía que el grueso del público era vulgar y chusma y que por sus sesiones abundaban los carteristas, prostitutas, parejas promiscuas y buscadores de sexo, una bomba caería sobre él durante la revolución reduciéndole a cenizas para alegría de mi abuela y de mi madre.
No quiero terminar sin hacer mención de La Cremelada, calle San Miguel casi esquina con Colon. Siempre que íbamos al cine o salíamos de visita, Papa y Mama hacían una parada obligatoria. Todavía se me hace la boca agua de pensar en aquellos “platillos voladores” muy populares en su época, rellenos de queso crema, jamón y mermelada de fresa.
Vi a Santa Clara por última vez en el verano del 1961, hice un recorrido de varias horas pues quería grabar en mi mente lo más posible, marche a La Habana y después salí escondido en el closet de los pilotos de una avión de la Iberia, piloto amigo de Papi, que me dejo salir para poder ver una maravillosa vista del Malecón casi al atardecer…las luces de La Habana me dijeron adiós…un adiós que nunca he aceptado como tal…un hasta luego, hasta que nos veamos de nuevo…

jueves, 16 de septiembre de 2010

Memorias villaclareñas de mis 13 años (Parte 1ª)

En el 1958, cuando apenas yo tenía 13 años, Santa Clara era para mí una gran ciudad. Había otras ciudades en Cuba, como La Habana y Santiago, pero Santa Clara era para mí lo máximo. Solo Trinidad se le acercaba en importancia. Fundada a finales del XVII, ya contaba con cien mil habitantes como capital de la otrora provincia de Las Villas justo en el centro geográfico del país, así como en el mismo centro de mi corazón.
Desde los inicios del siglo XX, nuestro parque se había establecido como un gran punto de reunión para todos por igual: ricos y pobres, clase media, de todas las razas y estratos sociales. El punto neurálgico de la ciudad era el Parque Vidal, una gran plaza arboleda con aire barroco que sufriría varias remodelaciones hasta terminar convertida en una gran explanada circular cual pista de patinaje. En el centro y a pesar de los cambios en el decorado (una vez miraba hacia el Instituto y otra vez hacia la Glorieta) estaba la estatua de la insigne Marta Abreu, esa gran benefactora local que desde su silla era testigo, generación tras generación, de los enamorados, las discusiones políticas, sociales y culturales y demás temas de la actualidad villaclareña…cuantos amoríos se iniciaron en esos predios, o se terminaron. Cuantos planes para el futuro y cuantas ilusiones se forjaron…
Eran famosas las peleas entre los miembros da las sociedades EL Gran Maceo y La Bella Unión, las de las de los alumnos del instituto y diferentes colegios, y que pasaron juntos con los cambios estructurales que sufría el parque. Cada vez que había cambios…había más cemento y menos tierra. Algo que cambio y fue algo que siempre quise y hasta llore cuando la quitaron fue la Pérgola. Una pérdida irreparable…como los 50 y picos de años de dictadura. Rodeada de unas jarras de buganvilias nos recreaba la vista, aunque no daba gran sombra. Entre esas plantas de delicadas hojas me enamore por primera vez de una chica vecina de mi tía. Al menos la Glorieta siempre se mantuvo. Desde allí me recuerdo de las retretas que ofrecía la Banda Municipal de Música los domingos a las 5pm y de vez en cuando un improvisado y furtivo mitin político que muchas veces acababa en corre-corre.
En torno al Parque Vidal, en un trazado típico colonial, comenzaban o terminaban una serie de importante calles de la ciudad, las calles Cuba y Colón, se convertían en las calles Máximo Gómez y Luis Estévez. Hacia el este Gloria y Buenviaje por un lado, Marta Abreu por otro, hacia el oeste. Frente a la estatua-fuente de El Niño de la Bota estaba el Callejón de Lorda, al costado del Teatro La Caridad, con el Café Recreo (y sus ricas empanadas), la estación de telegramas, la sede de los Boy Scouts y un taller de reparaciones de aparatos eléctricos del papa de Teresita. Famosas también por el gentío eran las piqueras de coches de alquiler, los famosos boteros que nos unían a los pueblos aledaños. Como complemento al Parque Vidal, había 3 cines (La Caridad, Villaclara y Cloris) y una serie de cafeterías y restaurantes y dulcerías. Siempre recuerdo a los señores que se sentaban, muchos de traje blanco, en unos enormes sillones de madera en el Liceo. Siempre soñé que algún día en mi vejez ocuparía uno de esos puesto de centinela de la sociedad villaclareña. Estaban también el Banco Nuñez y el Banco del Canada y varias tiendas, librerías y la rica confitería La Nueva Cubana. Todo un bullicio constante, un entra y sale de gente. Vendedores por doquier y entre ellos había uno en la esquina de Buenviaje, debajo de la CMHW, que recuerdo con mucho cariño….vendía raspadura y panales…verdadera delicia al paladar de un 13añero…
El perímetro del Parque Vidal también incluía los portales y columnas del Gobierno Provincial, antiguo palacio de Doña Marta Abreu, que luego lo dono a la provincia. Del otro lado estaba el Ayuntamiento. Habia también los Hoteles Central y Florida.
Lo más significativo del Parque Vidal era el edificio del Gran Hotel. Una torre cuadrada de varias tonalidades de verde con doce plantas de altura que se convirtió en símbolo de orgullo local por ser, en su momento el más alto del interior del país. Lo encargó Orfelio Ramos, uno de los empresarios más poderosos y emprendedores de nuestra ciudad y del pais, dueño también de las guaguas.
En el edificio, además del Hotel estaba el Cine Teatro Cloris. Me recuerdo con mucho cariño a su administrador Danilo, con quien tuve el gusto de compartir muchos momentos agradables en nuestro exilio en la hermana ciudad de Santo Domingo, Rep Dominicana. Este cine era uno de los más grandes y modernos y sus anuncios en la marquesina iluminada por bombillas intermitentes, ocupaban más de una docena de metros de acera, aún recuerdo los espectaculares anuncios de “El Puente sobre el río Kwai” para el que hicieron un puente real de caña brava y que sería destruido durante la batalla de Santa Clara. En los bajos del Hotel había un club nocturno llamado El Sótano y en el último piso del hotel había un bar. Desde la azotea se podía ver todos los entornos de nuestra pequeña-gran ciudad. En un día claro se veía hasta la misteriosa mole de Pelo Malo.
La Carretera Central penetraba por el oeste, pasando por el antiguo aeropuerto que estaba frente al Venecia. Me fascinaba ir a ver aterrizar y despegar a los DC3/C47 con sus largas alas y el monótono ronroneo de sus motores de pistón, los apodaban “albatros” se elevaban lenta-pero majestuosamente y siempre me quedaba mirándolos perderse en el horizonte. Pasando el stadium, donde una vez vi a mi ídolo “La Amenaza Roja” en un torneo de lucha libre, pasaba por La Ceibita y la esquina del taller de Chiquitín Carrandi y sus barcos y su Harley. Luego bajaba en una gran curva hasta que de uno de sus lados surgía el gran barrio del Condado, bordeando el río Bélico, ya para entonces de un caudal de todo tipo de basura. Pasaba por la Audiencia y la antigua Cárcel. Y el Paseo de la Paz, donde había una escuela en la que mi Tía Maruja daba clases. Allí tenían lugar los vistosos desfiles de Carnaval con un número de carrozas y comparsas que llegó a competir con los de otras grandes ciudades, entonces el Paseo de la Paz se llenaba de automóviles convertibles decorados y llenos de bellezas femeninas que exhibían sus mejores galas. Alegría y diversión…memorias de una época ya pasada. Carnavales para todos, con todos y para el bien de todos. Coloridas y rítmicas comparsas…confeti y serpentinas.

miércoles, 23 de junio de 2010

FIN y PRINCIPIO

El 31 de diciembre de 1898 se firmó el acta de entrega del mando de la ciudad de Santa Clara al Alcalde Municipal interino Salvador González Téllez, en presencia del Secretario del Ayuntamiento José Pérez y Pérez y otros funcionarios, ese día se efectuaría la retirada del ejército español. Se dió cuenta con un oficio de fecha veintiséis del que cursa del Excmo Sr. Gobernador Civil, en el que manifestó que el Excmo Sr. Gobernador y Capitán General con fecha veintitrés del corriente dice que dá órdenes oportunas para que el día treintaiuno del presente mes quede evacuado por el Ejército todo el territorio de esta Provincia menos la Ciudad de Cienfuegos y puntos inmediatos.
Como se acordó en la reunión del Ayuntamiento, el ejército español abandonó la ciudad de Santa Clara el 31 de diciembre, evacuando sus tropas por el ferrocarril hacia la capital y mientras esto ocurría, en el extremo opuesto hacía su entrada el Ejército Libertador comandado por el general José de Jesús Monteagudo por el lugar que actualmente aparece señalizado con un monumento, conocido como “La Ceibita”, debido a que posteriormente fue sembrada una ceiba por miembros del Club “Juan Bruno Zayas” para preservar el sitio por donde el general Monteagudo picó los cincuenta y dos pelos de alambre de púa que circundaron la ciudad durante los últimos tiempos de la guerra iniciada en 1895.
En este lugar donde el pueblo de Santa Clara congregado esperó a los mambises, pronunciaron palabras de salutación, el Licenciado José Benito Pérez de Alejo y el Doctor Pedro Cué Pérez, en representación del Comité Patriótico y el Club “Juan Bruno Zayas”, respectivamente; por parte del Ejército Libertador los generales José Braulio Alemán y José de Jesús Monteagudo se dirigieron a la multitud agradeciéndole el recibimiento. Posteriormente tomaron por la calle que a partir de 1900 se llamaría “Avenida de la Libertad” (actualmente Prolongación de Marta Abreu o Carretera Central) hasta llegar a la Plaza (actual Parque Leoncio Vidal) donde se efectuaría el acto central.
Con estos y otros acontecimientos, en Santa Clara se cerraba la última página de la dominación colonial española y se abría otra nueva: la ocupación norteamericana que al siguiente día tendría lugar en todo el país. En esta ciudad se efectuó la ceremonia oficial el día primero de enero de 1899 a las doce del día, la bandera norteamericana comenzó a ondear en la Casa del Ayuntamiento.

miércoles, 19 de mayo de 2010

Re-encuentro en el "saugues"

Erase una tarde de domingo del mes de abril de 2010. Celebrábamos el picnic de los villaclareños ausentes de Santa Clara. Bueno, eso de ausentes es cuestión física, pues yo nunca me he ausentado de Santa Clara. Camino por sus calles diariamente, me siento a descansar en un banco del Parque Vidal…no importa donde este en este mundo, siempre estoy en Santa Clara y siempre tengo presente lo que dijo el inmortal Anwar Sadat…”yo siempre se que en la suela de mis zapatos llevo el polvo de mi aldea.”

Como ya es mi costumbre de por vida, llegué tarde. Debo de admitir que estaba un tanto nervioso. Hasta considere regresarme a casa y pensé en excusas como que no había parqueo cerca, que parecía que iba a llover…pero me quede a ver que pasaba. Y gracias a DIOS que lo hice, pues fue una bella experiencia...pero al principio me sentí mal porque todo el mundo me reconoció, pero yo no conocía a nadie, cosas de nuestra etapa...pero fue un picnic maravilloso. Solo conocía a Carmen Alonso Sed…mi ex-vecina y hermana de Pepe, mi buen amigo.

Poco a poco se me fueron acercando aquellos amigos y amigas de otros tiempos. A muchos no los veía desde el 1961…... pero estuve allí con Marylin Pupo, las hermanas Lidia e Isis Nuñez, Carmen Clua, Lourdes Bello, Serapio, el chino Azan, Tony Moreta con su panamá, etc. Hablamos mucho de nuestras vidas por los caminos del exilio, de los que ya no están con nosotros: Diosdado, Serra, Secades, Sergio, Pedrito y otros más.

Por una cruel serie de eventos nos separamos. Con nuestros sueños de juventud frustados por una revolucion que traiciono sus propios ideales desde sus mismos principios y los mancho con mucha sangre cubana, sangre que no necesitaba ser derramada. No se necesitaba una revolucion en Cuba, solo una evolucion hacia el futuro, una eventual re-distribucion de las riquezas. De las primeras naciones en America, pasamos a ser de las ultimas. Solo DIOS sabe cuanto mas durara esa pesadilla y como terminara. Nuestros martires claman justicia desde sus tumbas. Los temibles paredones han sido testigos de la valentia y el sacrificio de aquellos dignos cubanos que han caido victima de la barbarie comunista. Justicia ha de llegar para sus asesinos! Ni olvidaremos, ni tampoco perdonaremos...los culpables pagaran caro sus pecados y solo asi podremos surgir hacia adelante.

Pero de pronto el tiempo paró y éramos jóvenes de nuevo ... no teníamos ni sordera, ni cataratas ... y con el colesterol bueno, la rodilla funcionando bien, etc. Hasta hicimos planes para después ir al teatro Silva a la matinee del domingo y después para el Tennis...

Pero para el proximo evento propongo llevar etiquetas con nuestro nombres y una foto de como eramos...aunque solo sea para el recuerdo.

¡¡¡Fue una experiencia maravillosa!!!!

martes, 23 de marzo de 2010

IGLESIAS DE SANTA CLARA

SEMANA SANTA EN SANTA CLARA

EN LA CUBA DE ANTES, LA SEMANA SANTA ERA UN MOMENTO DE PIADOSA RELIGIOSIDAD QUE SE CELEBRABA CON TODA SU PLENITUD EN CADA DIÓCESIS, PARROQUIA Y COMUNIDAD CATÓLICA A LO LARGO Y ANCHO DEL TERRITORIO NACIONAL.

LA SEMANA EMPEZABA EL LLAMADO VIERNES DE DOLORES. MI ABUELO ANTONIO, EL ANDALUZ, SOLIA CONTARME LA LEYENDA DE LOLA LA GITANA, QUIEN FUESE ULTIMADA POR SU PADRE AL ESTE NO QUERER QUE ELLA SE HUBIESE DESPOSADO CON UN JOVEN SEVILLANO QUE NO ERA GITANO. ESO FUE VERDAD, PERO LA LEYENDA DICE QUE DESDE EL UMBRAL DE LA CASA DE LOS JOVENES RECIEN-CASADOS, TODOS LOS VIERNES DE DOLORES, A LAS TRES DE LA TARDE BROTA LA SANGRE DE LOLA. SANGRE O NO SANGRE, LAS FLORES ROJAS ADORNAN ESA ESQUINA DEL BARRIO DE LA SANTA CRUZ DE LA CERRAJERIA DE SEVILLA. DE ESTA HISTORIA-LEYENDA SURGEN LOS DICHOS DE "TRES DE LA TARDE - HORA EN QUE MATARON A LOLA." TAMBIEN EL OTRO DE: "MEJOR QUE LOLA DESPUES DE LAS TRES." Y POR ENDE: "TAN BIEN COMO LOLA ANTES DE LAS TRES." EN ALGUNAS IGLESIAS SE DABA EL SERMON LLAMADO “LA PLEGARIA DE LOS SIETE DOLORES DE LA VIRGEN.”

EL DOMINGO DE RAMOS SERVIA PARA RECORDAR LA GLORIOSA ENTRADA DE CRISTO EN JERUSALEM, PARA ASI CONCLUIR SU INEXORABLE DESTINO DE SEMANA SANTA. SE BENDECIAN Y REPARTIAN LOS RAMOS. EL JUEVES SANTO AL CAER LA TARDE LA LITURGIA REPRESENTABA EL RECUERDO DE LA ULTIMA CENA.

EN EL VIERNES SANTO ERAN PROGRAMADAS PROCESIONES DEL SANTO ENTIERRO CONTANDO CON LA PRESENCIA DE LA BANDA DE MUSICA MUNICIPAL Y DEL CUERPO DE BOMBEROS ALGUNAS VECES Y OTRAS CON UN ARMON DE ARTILLERÍA POR CORTESÍA DEL REGIMIENTO NO 3 LEONCIO VIDAL DE LA GUARDIA RURAL TAMBIEN SE ORGANIZABAN VIA CRUCIS QUE IBAN POR LAS CALLES A LAS DIFERENTES CATORCE ESTACIONES DE ESA PARTE DE LA LITURGIA DE SEMANA SANTA. LAS IMÁGENES DE LA VIRGEN MARÍA DOLOROSA, JESÚS NAZARENO Y UNA ENORME CRUZ DE MADERA RECORRIAN LAS CALLES SOBRE LOS HOMBROS DE LOS COSTALEROS, MIENTRAS CIENTOS DE FIELES Y PENITENTES ENTONABAN CÁNTICOS Y REZABAN.

LOS SACERDOTES SE ESMERABAN EN SUS SERMONES, ESPECIALMENTE EL DE LAS SIETE PALABRAS DEL VIERNES SANTO A LAS TRES DE LA TARDE. DESPUES DE ESTE SERVICIO, EL SAGRADO SACRAMENTO SE GUARDABA EN UNA URNA EN LO ALTO DEL TABERNACULO HASTA EL DOMINGO EN LA MAÑANA. EN LA NOCHECITA DEL VIERNES Y EN LOS SABADOS ERA COSTUMBRE IR DE IGLESIA EN IGLESIA PARA VERLOS, PUES LAS COFRADIAS SOLIAN ARREGLARLOS A VER QUIENES TENIAN EL MAS BELLO.

LUEGO VENIA LA BELLA E INSPIRADORA CEREMONIA DEL SABADO SANTO A LA MEDIANOCHE, CUANDO SE APAGABAN TODAS LAS LUCES DE LAS IGLESIA, SE SALIA AFUERA Y SE BENDECIA EL FUEGO SAGRADO. SE ENCENCIAN CIENTOS DE VELAS Y SE BENDECIA EL VIENTO, LA LLUVIA, EL SOL Y LA LUNA. UN RENACIMIENTO TOTAL QUE ERA CULMINADO CON EL DOMINGO DE PASCUA FLORIDA O DE RESURRECCION.

SEMANA SANTA EN SANTA CLARA ERA UNA EPOCA DE FERVOR Y RECOGIMIENTO RELIGIOSO. LA EMISORAS DE RADIO GUARDABAN ESTRICTO LUTO Y SOLO TRANSMITIAN MUSICA SACRA O MUSICA CLASICA. LAS DE TELEVISION REORGINAZABAN SUS PRESENCIONES CON PELICULAS ALEGORICAS A LA SANTIDAD DE LA SEMANA. LOS CINES SE ADAPTABAN TAMBIEN A ESTAS MEDIDAS Y PONIAN PELICULAS RELIGIOSAS...QUIEN NO SE ACUERDA DE “MARCELINO PAN Y VINO” O DE “LOS DIEZ MANDAMIENTOS” EN SUS DOS VERSIONES, DEL 1923 Y AL DE 1956. TAMBIEN HABIA OTRAS CON TEMAS CON LAS VIDAS DE SANTOS...SANTA TERESA DE JESUS, SAN IGNACIO DE LOYOLA Y SAN FRANCISCO DE ASIS...LAS MAS POPULARES. LAS HISTORIAS DE LA VIRGEN DE GUADALUPE, LA DE BERNADETTE DE LOURDES Y LOS 3 PASTORCITOS DE FATIMA SIEMPRE ESTABAN PRESENTES.

EN LAS CASAS TAMBIEN SE OBSERVABA EL RITUAL RELIGIOSO DEL JUEVES Y VIERNES DE NO COMER CARNE. ERAN DIAS PARA COMER PESCADO Y RECOGERSE EN SUS CASAS Y PREPARARSE PARA IR A LA IGLESIA.

HOY EN DIA, SE CELEBRAN LAS PROCESIONES RELIGIOSAS YA QUE FUERON AUTORIZADAS POR EL GOBIERNO CUBANO EN 1998, POR PRIMERA VEZ DESPUÉS DE CASI CUARENTA AÑOS, TRAS LA HISTÓRICA VISITA DEL FALLECIDO PAPA JUAN PABLO II. COMO UNA POSDATA, VALE AÑADIR QUE EL ARCHIVO HISTÓRICO PROVINCIAL DE SANTA CLARA, ATESORA ENTRE SUS FONDOS LAS ACTAS DEL CABILDO, Y EN ELLAS SE PLASMA TODO EL ACONTECER POLÍTICO, ECONÓMICO Y SOCIAL DE LA VILLA DESDE SU FUNDACIÓN EN 1690 Y HASTA 1907. ENTRE LOS ASPECTOS SOCIALES MÁS IMPORTANTES SE ENCUENTRA LA CELEBRACIÓN DE LAS FIESTAS RELIGIOSAS DE SEMANA SANTA Y SU INFLUENCIA EN LA CONFORMACIÓN DE NUESTRA CULTURA NACIONAL.

CADA SEMANA SANTA EN SANTA CLARA Y EN EL RESTO DE NUESTRA PATRIA PRUEBA UNA VEZ MAS EL ARRAIGO QUE TIENE LA RELIGION EN NUESTRO PAIS...LEJOS DE SER EL OPIO DE LOS PUEBLOS...ES LA ESPERANZA DE LOS PUEBLOS Y LA FE EN UN FUTURO MEJOR.

martes, 23 de febrero de 2010

“EL POETA ENAMORADO"

Jose Angel Buesa (Cruces, Las Villas, Cuba, 1910 - Santo Domingo, Republica Dominicana, 1982) era un poeta romántico con un claro tono de melancolía a través de toda su obra poética, que es primordialmente elegíaca.
Ha sido considerado como el más popular de los poetas en la Cuba de su época. Su popularidad se debía en gran parte a la claridad y profunda sensibilidad de su obra. Muchos de sus poemas han sido traducidos a otros idiomas. Mientras que muchos han sido musicalizados o recitados en unos 40 discos de larga duración. Fue también novelista y escritor de libretos para la radio y la televisión cubana, también fue director de célebres programas radiales en las estaciones RHC-Cadena Azul y CMQ, ya inexistentes.
Buesa nace el 2 de septiembre de 1910 en Cruces, cerca de Cienfuegos, Cuba. A los 7 años empieza a escribir sus primeros versos. En su adolescencia se muda a Cienfuegos a continuar sus estudios en el Colegio de los Hermanos Maristas. La gente, los cañaverales, y todo el medio de Cienfuegos, ejerce un embrujo en el alma del poeta, que empieza a plasmar en sus versos la magia del paisaje que lo rodea. Aún joven, se traslada a La Habana, donde se incorpora a los grupos literarios existentes en aquel entonces y comienza a publicar sus versos a los 22 años (1932) con un inmenso éxito.
Tras una primera etapa muy productiva, Buesa se ve obligado a abandonar Cuba para empezar una penosa peregrinación por España, Islas Canarias, El Salvador y finalmente Santo Domingo. Los últimos años de su vida los vivió en el exilio, y se dedicó a la enseñanza, ejerciendo como catedrático de literatura en la Universidad Nacional Pedro Henríquez Ureña en la República Dominicana, donde murió el 14 de agosto de 1982.
Sus principales obras son: La fuga de las horas (1932), Misas paganas (1933), Babel (1936), Canto final (1936), Oasis, Hyacinthus, Prometeo, La Vejez de Don Juan, Odas por la Victoria y Muerte Diaria (todas de 1943), Cantos de Proteo (1944), Lamentaciones de Proteo, Canciones de Adán (ambas de 1947), Poemas en la Arena, Alegría de Proteo (ambas de 1948), Nuevo Oasis y Poeta Enamorado (1949). Su libro Oasis (1943) se reeditó en más de 26 ocasiones, así como Nuevo Oasis.
Sus libros se agotaban tan pronto salían. Se dice que de un poema suyo fueron los primeros versos que se oyeron en la televisión cubana en el año 61. Podría afirmarse que ningún poeta cubano ha hecho mejor gala del neo-romanticismo americano.

Para deleitarse con sus poemas ofrezco el siguiente link a un blog dedicado a toda su obra...
http://joseangelbuesapoetaenamorado.blogspot.com/

miércoles, 20 de enero de 2010

EL PUENTE DE LA CRUZ Y SU LEYENDA

Existe un monumento en Santa Clara que le ha dado nombre al puente que le es cercano, se conserva además una leyenda sobre la cruz de madera encontrada en el lugar. Todos los santaclareños conocen el sitio donde se fusionan las calles Independencia y Carretera a Camajuaní, nombrado El Puente de la Cruz.

Se cree que dicho madero fue hallado por las familias remedianas, en uno de los bordes del rió llamado en aquellos tiempos Monte, que fundaron La Villa Gloriosa Santa Clara. El símbolo de la crucifixión indicaba que allí yacían restos humanos, hecho que motivo una narración recogida por Florentino Martínez (Floro), en su libro “Ayer de Santa Clara”.

Contó Floro que por aquellos parajes residía la familia de los esposos Justo Pérez y Manuela García, dueños de una pequeña hacienda ganadera, quienes tenían dos hijos, Ramón de 20 años y Maria de 18. Cierto día un joven llamado Jacinto, contratado como montero, llegó a esta granja y de inmediato se enamoró de Maria, quien a su vez le correspondió.

Tuvieron que llevar los amantes una relación reservada, pues Jacinto no era aceptado por el hermano Ramón, a quien hubo de enfrentar varias veces en defensa propia, pese a los esfuerzos que hizo para esquivar sus provocaciones. Ramón por su parte ignoraba el noviazgo de su hermana, mas su odio a Jacinto se debía a las habilidades de este en el enlace del ganado.

Confundido por el amor a Maria y el abominable Ramón, quiso Jacinto abandonar el lugar, antes decidió confesarle su inquietud a la amada y la citó cerca del río, donde esta hoy el monolito. Ramón que lo siguió descubrió el idilio y ciego de ira atacó con su machete a Jacinto, Maria que se interpuso entre ambos recibió el funesto tajo.

Al percatarse de tal hecho, huyó Ramón despavorido. Jacinto lo siguió pero no le dio alcance y mas tarde cuando Ramón volvió ante el cadáver de su hermana, Jacinto aprovechó la ocasión para golpearlo de forma mortal. Tras acabar con la vida de Ramón cavo una fosa donde colocó a su novia cubierta de verdes hojas y enterró una cruz de madera como forma de sacralizar el lugar

Esta trágica historia enriquece el folklore del pueblo santaclareño, pues la mencionada cruz permaneció en el sitio y dio nombre al puente a pesar que las autoridades del gobierno español lo llamaran Isabel II, en honor a la reina de España. La tradición pudo más que el interés de algunos que deseaban homenajear a la soberana y el pueblo siguió llamándolo Puente de la Cruz.

En 1861, el catalán residente en Santa Clara, Martín Camps Oliver donó una cruz de mármol, traída desde su tierra, que fue colocada donde existía la de madera. Al año siguiente comenzó a celebrarse en la calle Santa Elena, hoy Independencia, por un período de nueve noches, a partir del 3 de mayo, las fiestas conocidas como Verbena de la Cruz de Mayo o de la Calle Santa Elena.

Es preciso aclarar que la mencionada calle debió su nombre a la referida cruz, situada esta en el lugar donde se inicia dicha vía. Pues se tuvo en cuenta la estrecha relación de vínculos existentes entre la Santa Elena y la Santa Cruz del catolicismo, que ha devenido símbolo del cristianismo en todo el mundo.
La sólida cruz permaneció vertical sobre su pedestal hasta que fue dañada por algún indolente en 1921. El doctor Pedro Camps y Camps, hijo de Martín Camps, costeó su reposición y la inauguración se realizó, el 12 de agosto de 1922. Para 1996, el ciclón Lily a su pasó por esta ciudad la derribó y en diciembre de 1997, fue nuevamente restaurada.

El monumento a la Cruz del Puente y el Puente de la Cruz son sitios vinculados íntimamente a una leyenda, donde se funden valores del patrimonio cultural local. Ambos lugares se hacen merecedores de una mayor atención, divulgación y especialmente se exige el rescate a estas fiestas originarias allí, olvidadas hoy y de las que el pueblo gustosamente volvería a disfrutar. Existe un monumento en Santa Clara que le ha dado nombre al puente que le es cercano, se conserva además una leyenda sobre la cruz de madera encontrada en el lugar. Todos los santaclareños conocen el sitio donde se fusionan las calles Independencia y Carretera a Camajuani.

Esta trágica historia enriquece el folklore del pueblo santaclareño, pues la mencionada cruz permaneció en el sitio y dio nombre al puente a pesar que las autoridades del gobierno español lo llamaran Isabel II, en honor a la reina de España. La tradición pudo más que el interés de algunos que deseaban homenajear a la soberana y el pueblo siguió llamándolo Puente de la Cruz.

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